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Todos nacemos con una sabiduría interior innata que nos hace disfrutar la vida y conectarnos al momento presente sintiendo la dicha por el mero hecho de estar vivos. Nacemos puros, irradiando un amor infinito que traspasa cualquier frontera racial, política o religiosa.

Amamos como único propósito sin etiquetas, sin distinciones, sin peros, es un amor Universal.

Esa clase de amor es la que une pueblos, montañas y mares. Esa clase de amor es la que hace que merezca la pena vivir. No digo que todo sea de color de rosa, no digo que todo vale. Lo que quiero decir es que podemos hacerlo mucho mejor. Podemos olvidar tantos prejuicios sociales impuestos, podemos desprendernos de nuestra coraza por miedo y ser mas reales y vulnerables porque la verdad de ser quienes somos es uno de nuestros grandes retos aquí y ahora.

A medida que vamos creciendo vamos olvidando esa sabiduría intrínseca, como si nos hubieran hechizado y no recordáramos el propósito de este camino.

Podemos educar en la igualdad, en el derecho a amarnos a nosotros mismos sin sentirnos culpables porque otros dicen que somos egoísta. Podemos volver esa mirada a ese niño o niña que fuimos y perdonar nuestros errores y ver cuanto amábamos por el mero hecho de simplemente amar, sin condiciones, sin objetivos, amar por amar. ¿Como puede eso parecernos insuficientes? ¿Cómo nos hemos creído todos esos cuentos que nos han contado?

BASTA, volvamos a lo que somos en esencia pura, AMOR, con nuestra virtudes y defectos claro que sí, pero permitiéndonos ser humanos, equivocarnos, respetar a los demás como a nosotros mismos y dejar a un lado esas diferencias infundadas que hemos aprendido pero que ni si quiera son nuestras porque lo que verdaderamente nos corresponde por derecho divino es vivir en paz con el resto de mundo.

 ¿Acaso hay algo más hermoso en esta existencia?

Vivir todos los días con paz y amor. Ese es mi concepto de felicidad. La felicidad no es un coche caro, no es acumular dinero y dejar que se oxide en el banco. Vivamos hoy, vivamos desde la coherencia de quienes somos, nos lo debemos por naturaleza, todo el resto es puro teatro. Un teatro que ha manejado nuestra vida mucho tiempo, pero ya ha llegado el momento de empezar desde nuestro corazón. Confía en ti ahora, no esperes a mañana ni al año que viene.

La vida es incierta y un regalo.

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Para terminar, comparto con vosotros un texto de Osho sobre la iluminación en los niños:

«Cada niño es un rey. Observa a los niños -cada uno es un rey, un emperador-. Observa su movimiento: aunque el niño vaya desnudo, ningún emperador puede competir con él. ¿Por qué son tan hermosos los niños? Todos los niños son bellos, sin excepción. ¿En qué radica la belleza de un niño? En que no está contaminado todavía por la mente, la cual sólo busca propósito, significado y metas. El niño se limita a jugar y no se preocupa por lo que pueda traer el día siguiente…

Ese es el mundo de un niño. Se mueve sin propósito en medio de su juego. El juego de por sí es suficiente.

Si logras volver a ser niño, habrás logrado todo. Si no logras volver a ser niño, te habrás perdido todo. El sabio es un niño nacido dos veces. Los niños nacidos una vez no son niños de verdad porque crecen. El segundo nacimiento es el verdadero nacimiento, porque cuando alguien nace dos veces, es porque se ha dado nacimiento a sí mismo. Es una transformación a través de la cual ha vuelto a ser niño. No pide razones ni pregunta por qué, sencillamente vive. Fluye con el momento independientemente de lo que éste traiga; no tiene planes ni proyecciones. Vive sin esperar nada, y esa es la única forma de vivir; de lo contrario, se vive simplemente en apariencia sin estar vivo de verdad. Para el niño no hay bueno ni malo, no hay Dios ni demonio; un niño lo acepta todo. El sabio lo acepta todo. Por eso, puede decir que Dios es el invierno y el verano, la paz y la guerra, maldad y bondad a la vez. Para un santo, la moral desaparece y todas las líneas divisorias se borran; todo es santo y cada sitio es sagrado».

Regresa a tu hermoso niñ@ sabio.

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