Morir para RENACER. Morir todos los días para luego renacer, morir para vivir el presente, para conectarte con lo que eres, para no tener miedo, para sentirte libre, para simplemente SER, para fluir, para gozar, para estar aquí y ahora. Para vivir una vida que merece ser VIVIDA, porque te la mereces ¿lo sabías?
Existen muertes sabias, necesarias, profundas, trascendentales, agónicas, oscuras, sombrías, reveladoras y finalmente muy liberadoras.
No te hablo de una muerte física, te hablo de una muerte espiritual, de momentos en los que has tocado fondo, momentos en los que estás a solas con tus adversarios y no ves ningún aliado, momentos que parecen eternos, en los que ya tienes poco que perder… Es ahí cuando ocurre el MILAGRO, porque tienes que volver a nacer, reconstruirte entero, recoger todos esos trozos rotos que ya no encajan donde siempre habían estado, ahora tienes que crear un nuevo mundo para poner todas las piezas en su sitio y para que empiece la Magia.
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La Magia es fascinante porque construye mundos en los que nunca has estado, lugares que has creado al salir de tu zona de confort, caminos que jamás has recorrido y ahora eres capaz de concebir por ti mismo, gracias a esa resurrección.
¿Qué haríamos en un mundo inmortal? Probablemente todos los tránsitos mortales que tenemos sean nuestra única puerta de salida para nuestro RENACIMIENTO.
Que tus momentos más oscuros vengan cargados de luz, llenos de inspiración y los aproveches para vivir cada día con más coraje y pasión por tus sueños, porque su cometido no es otro que hacerte consciente y guiarte para que te encuentres contigo mismo.